jueves, 20 de marzo de 2014

Sesenta minutos con Luis Vidales

Un reportaje de Leonel Giraldo para “Lecturas Dominicales”
El Tiempo, julio 31 de 1966, pp. 5-6.
“Disminuir la distancia entre lo pensado y lo escrito"

"...Colombia iba a colocarse a la cabeza de una reforma moderna, y ello gracias a tres poetas de análogas dotes: Luis C. López (1883-1950), Ricardo Arenales (1883-1942), y Luis Vidales", "Luis Vidales, llegado más tarde, fue más lejos todavía: anunció la poesía de Prevert". "Mis versos dicen: huecos, huecos, único lugar habitable. Casas, casas, casas: huecos entre paredes. Huecos divididos en cuadros". "Es la poesía de la evasión, el juego de las palabras quebradas, algo ultramoderno, pero que carece de lo que constituya en Colombia el fondo mismo de la poesía. Algo sacrílego, en suma": citado del Larousse Universal, adaptación hispanoamericana del Noveau Larousse Universal, Editorial Larousse, París, 17, Bue du Montparnasse. VIe.

"Entre los escritores calarqueños se encuentra Luis Vidales": frase aproximada a la que dictan los profesores de primaria, todos los años, en Calarcá, donde nació el escritor el 26 de julio de 1904.

El pasado 25 de febrero, el primer libro de Vidales, "Suenan Timbres", cumplió 40 años de publicado. En todo este lapso, sin embargo, no se ha hecho en el país ni la simple referencia de su nombre, el cual, inicialmente como poeta, se afirmó posteriormente como destacado ensayista. Las razones de esto, que podría ser calificado, tradicionalmente, de injusticia, podrían publicarse como una anécdota haciendo una historia personal. Sin someternos al riesgo de mostrar las verdaderas causas. Las que dan la medida del país. Siguiendo con docilidad la educación que repite año tras año informaciones como la de Vidales, en Calarcá.
Este reportaje fue planteado dos veces por escrito luego de varias conversaciones con Vidales quien se distingue también como dialoguista. Como características esenciales de esas charlas quedo con la rápida e inopinadamente suspendida sonrisa de Vidales y con el último verso de Cantaleta Mayor, de su libro "Cantaletas, no más": "Estoy interceptado por días como Muros, ¡Salvad al prisionero!", que se opone un poco a la visión de un hombre comprometido con la realidad.

P. — Usted forma parte de la generación de Los Nuevos, ¿Cree que este y los demás movimientos colombianos tengan unificación de propósitos y fines?

R. — Esta pregunta está al revés. Póngala usted al derecho, así: ¿Por qué la crítica colombiana se ha mostrado incapaz de desentrañar las relaciones íntimas que unifican a nuestra generación y a su obra? Naturalmente, ahora soy yo quien formula la pregunta y usted quien debe responderla.

RP. — Creo que los críticos corresponden a la formación de la sociedad en la cual viven y a las condiciones imperantes en su tiempo. Nuestra actual crítica está condicionada por esos determinantes, ¿no?

R. — Lo está. Ella ha ignorado por completo la relación de los dos términos medio social-autor; medio social-obra literaria. Una crítica de esta índole ha mostrado incapacidad para estudiar los autores y sus obras a fondo, por cuanto se le escapan las causas u orígenes de éstas, analizadas a través del temperamento de aquellos. De su modo de escudriño se desprende, en cambio, que los autores trabajan su obra por generación espontánea, esto es, por la misma vía providencial de la Revelación, predominante en la Edad Media. Es, para completar su observación, la crítica que corresponde a un país semifeudal y, por lo tanto, forma parte del subdesarrollo.

P. — El intelectual colombiano parece deleitarse mucho, durante cierta edad, con las tertulias de café, agotando así tiempo que podría dedicar a mejorarse e instruirse. Usted, seguramente, tampoco se ha hurtado a ello y debe tener algunas explicaciones.

R, — ¿Algunas? ¿Por qué algunas? Lo que ocurre es que entre nosotros las ideas se estratifican con mucha facilidad. Se convino en hablar peyorativamente de los ''intelectuales de café", los "revolucionarios de café", etc. y ya nadie es capaz de reaccionar contra el infundio. Pero el señor "todo-el-mundo" olvida que "en el principio fue el Verbo", que la forma verbal es una de las ramas de la cultura, vieja como el mundo, y que a ella pertenecen Hornero, gran parte de la filosofía griega y todo el movimiento anónimo de la Edad Media hasta la presencia del "clerc". "Los Nibelungos", "El Román de la Rose", el "Mío Cid", "El Romancero, son algunos de sus monumentos; y rapsodas, kapsidas, trouveres y juglares, sus poetas verbales, de pueblo en pueblo y de generación en generación. No es poco, en verdad. Si por algo ha merecido Bogotá ser llamada "Atenas Suramericana", es por su cultura verbal, escasa en otros lugares de América, No conozco intelectual de valía de mi generación que no sea hijo del ágora. De otra parte, esta es lo que más expresa y define, en ocasiones, lo instrumental, lo operático de la cultura colombiana, como expresión libre de ella, ausente a los compromisos y en tanto que revisión permanente, por demás viva, de los valores, lo mismo que un mantenimiento al día de los) sucesos de la cultura del mundo. Me dicen que esta espontánea forma del diálogo está pasando. ¡Lástima! ¿Podremos hacer algo por revivirla?

P. — Estaría de  acuerdo con una poesía didáctica y demostrativa, apoyada totalmente en la ciencia y en lo histórico?

R. — ¿Por qué no? No solo como una forma particular de la poesía, sino como la poesía en sí. Lo esencial es que la sociedad la necesite, la pida y la insinúe. Jamás como actitud "platónica" del poeta, porque entonces lo que haga será todo, menos poesía. Y esto es válido no solo para lo didáctico y demostrativo, sino para cualquier expresión de poesía. Palabras, tenias, formas poéticas tienen su fuente de vivificación en la sociedad; de lo contrario, pierden sus sentidos, son reemplazados por otros, y ya nadie los toma en cuenta; ni los poetas. ¿Quién cree hoy en las calaveras de Julio Flórez? Lo cursi y lo inactual son compadres. Pero no nos vanagloriemos. Mañana aparecerá lo cursi en nosotros, en la poesía de hoy, en lo que usted me pregunta y en lo que yo le respondo.

P. — Usted ejerce varias actividades a la vez. ¿Cómo lo explica?

R. — La creación es una misma, en todo orden de cosas, y allí donde es una misma, todas las actividades se dan la mano, de la manera más fraternal. Fue el Renacimiento, por necesidad social, quien las separó en ramas, hasta hacerlas mutuamente irreconocibles. La especialización agudizó la "enemistad". Pero hay también, ahora, una tendencia en contrario, hacia el conocimiento universal, que más bien afianza que niega la especialización, Un puente, una novela, un poema, un estudio de análisis estadístico, una sinfonía, tienen más parentesco como creación del que suele atribuírseles o denegárseles.

P. — ¿Usted se ha impuesto alguna vez el plan de llegar a cumplir las características de una prosa deseada?

R. — No, "alguna vez"; permanentemente, desde hace 40 años. La lucha por la llaneza, aun a riesgo de la incomprensión, contra el sobrado estilo que en cierto modo caracteriza lo colombiano, se ha hecho en mí una segunda naturaleza. Además, la disminución de la distancia entre lo pensado y lo escrito es algo que me ha torturado siempre. Pero ninguna de las dos aspiraciones es fácil de conseguir!

P. — La ironía siempre se emplea como arma, especialmente en discusiones radicalizadas. Por ahí anda una nueva fórmula que se refiere a ella. Dice que mientras más irónico sea alguien, más romántico es. Usted parece gustar mucho de emplearla. Entonces, ¿se siente referido como romántico?


R. — Desde luego, si no se toma el romanticismo como escuela, sino como ese grado de la emoción y de la comunicación universal que ha sido vibración de la poesía en toda época del mundo. Pero no creo que el vehículo del romanticismo sea la ironía, Lo que ocurre es que la vida es una condensación en que intervienen, por partes armónicamente combinadas, la ironía, la burla, la ternura, el dolor, el humorismo, y de estas encontradas condiciones está hecha la historia general y la particular del hombre. Mi poesía está completamente saturada del conocimiento de esa visión del mundo, no por intención o artificio, sino porque así soy, porque no poseo otra visión del universo. Si digo, pongo por caso, que "en Jesucristo veo al más insigne maromero" ("Suenan Timbres"), no lo hago por irreverencia o simple ironía sino por el tierno amor que me despierta el Maestro, haciendo un garabato de dolor en la cruz, para que después resulte el humorismo sarcástico de que el mundo pecador se mofe de sus excelsas doctrinas, como lo hace todos los días. Además, Heine ve también al mundo así y, al menos en su caso, espero que no escape a lo que en Colombia se entiende por poesía.

P. — ¿Su   opinión   sobre Brigitte Bardot?

R. — ¿Por qué sobre ella? Es perfecta, "orgánicamente". Pero además tiene la "nuance" francesa, esa flor de cultura y de gracia, quintaesencia aérea y casi inaprensible en la que han venido a parar las más graves y pesadas formas de filosofía, arte, literatura y vida de un pueblo sabio y viejo. Y eso, en fin de cuentas, ¿no es la civilización y lo que nos diferencia del salvaje?

P. — ¿Cómo juzga a la mujer?

R. — ¡Qué pregunta! ¿Cómo me juzgará ella a mí, del género "macho"? Ella, el más bello espectáculo de la creación? ¿Ella, que biológicamente es el ser que cuenta? ¿Cómo verá al que solo es su "apéndice"? Esto es lo que debe ser desentrañado, algún día. La termite me parece un símbolo de algo que secretamente transcurre en la sociedad. Ella es el número uno; él, un vil avechucho adherido a su vientre, del cual se nutre, hasta comerse la entraña de su consorte. Socialmente, las cosas no varían substancialmente. En el matriarcado, ¿no fue acaso superior al hombre? Y no puede decirse que el matriarcado hubiese sido una mala forma de vida ni que se hubiese extinguido por completo la relación familiar. Estéticamente, en puridad de verdad, no hay mujeres feas. Las hay, sí, negadas de inteligencia, como hay hombres así, y éstos son los únicos seres horrorosos, verdaderos monstruos sin parangón con el resto de lo creado, en el que toda cosa y toda criatura nos transmiten una chispa de inteligencia, de ternura y de gracia.

P. — ¿Cuál es su principal preocupación económica?

R. — La económica, sin duda ninguna. Y la respuesta no es tautológica.

P. — ¿Cuál cree el principal problema de la humanidad?

R. —El hambre.

P. — ¿Cuál es  el objeto más repugnante para usted?

R. — Ninguno. Como los aborígenes de la Sierra Nevada, creo en nuestras relaciones genealógicas con el ancho mundo de lo objetivo. Me toco el cuerpo, y me siento construido por el maravilloso y secreto mundo de los minerales y sería un desagradecimiento de mi parte negar en él la contribución vegetal de la que soy hijo. Los reinos, (¿no cree usted que ya debiéramos cambiarles de nombre?), no andan tan separados en nosotros como lo están en la historia natural y en la filosofía: somos parientes. Creo en esa gran Unidad, y lamento no poder decir con Darío: "Dichoso el árbol que es apenas sensitivo | y más la piedra dura, porque esa ya no siente".

P. — ¿Qué opina de la referencia que de usted hace el Larousse Universal?

R. — ¡Qué quiere que opine! Soy, tan solo, un aprendiz. Puede que lo sea del tipo de que hablan Gide y Azorín, pero aprendiz. La Enciclopedia dice que aquello de mi obra que anunció a Prevert, es algo "que carece de lo que constituye en Colombia el fondo mismo de la poesía". Ello parece exacto, en cierto sentido. Pero entonces, ¿por qué no figuran en esa referencia otros "réprobos", otros "sacrílegos" literarios? En 1920, cuando empecé mi obra de demolición poética, lo hice solo. Hoy el país cuenta con toda una corriente de ese mismo carácter. Inútilmentesía. Por lo que a mí respecta, y para mi consuelo, esta negación que se me ha hecho de la "Ciudad Poética" me hace recordar a Virgilio, en el terceto de Dante:
 

"che quello imperator que lá su regna,
perch'io fu ribillante a la sua legge,
non vuol che'n sua cittá per me si vegna",


que tuertamente traducido por mí quiere decir:

"que aquel emperador que arriba impera
no quiere, porque fui a su ley rebelde,
que a su ciudad se llegue por mi vera".
....

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